El fuego de Prometeo

 

El fuego de Prometeo da mucho juego (V)

Seguimos con la presencia de Prometeo en la literatura clásica.

El mitógrafo Apolodoro en su Biblioteca mitológica I, 7, 1 nos habla también del mito:

Προμηθες δ ξ δατος κα γς νθρπους πλσας δωκεν ατος κα πρ, λθρ Δις ν νρθηκι κρψας. ς δ σθετο Ζες, πταξεν Ηφαστ τ Καυκσ ρει τ σμα ατο προσηλσαι· τοτο δ Σκυθικν ρος στν. ν δ τοτ προσηλωθες Προμηθες πολλν τν ριθμν δδετο καθ’ κστην δ μραν ετς φιπτμενος ατ τος λοβος νμετο το πατος αξανομνου δι νυκτς. καὶ Προμηθεὺς μὲν πυρὸς κλαπέντος δίκην ἔτινε ταύτην, μέχρις ῾Ηρακλῆς αὐτὸν ὕστερον ἔλυσεν, ὡς ἐν τοῖς καθ’ Ηρακλέα δηλώσομεν.

Prometeo modeló a los hombres con agua y tierra y les dio además el fuego, oculto en una férula, sin conocimiento de Zeus. Pero cuando éste lo supo ordenó a Hefesto que sujetara su cuerpo con clavos en el Cáucaso; este es un monte de Escitia. Prometeo estuvo allí encadenado muchos años; cada día un águila abatiéndose sobre él devoraba los lóbulos de su hígado, que se rehacía durante la noche. Prometeo sufrió este castigo por robar el fuego, hasta que más tarde Heracles lo liberó, como mostraremos al tratar de él.

La traducción es de Margarita Rodríguez de Sepúlveda en Gredos, que, a pie de página y sobre la palabra férula escribe:

La ferula communis o cañaheja es una planta umbelífera cuyo largo tallo tiene una pulpa blanca y seca en la que el fuego arde sin apagarse. Se usaba para trasladar el fuego de un lugar a otro.

En Apolonio de RodasEl viaje de los Argonautas III, 845 y siguientes, leemos que de la sangre de Prometeo que el águila hizo gotear,  Medea creó un filtro mágico:

ἡ δὲ τέως γλαφυρῆς ἐξείλετο φωριαμοῖο φάρμακον ὅρρὰ τέ φασι Προμήθειον καλέεσθαι. τῷ εἴ κεν, νυχίοισιν ἀρεσσάμενος θυέεσσιν Δαῖραν μουνογένειαν, ἑὸν δέμας ἰκμαίνοιτο, ἦ τ’ ἀν ὅγ’ οὔτε ῥηκτὸς ἔοι χαλκοῖο τυπῇσιν οὔτε κεν αἰθομένῳ πυρὶ εἰκάθοι, ἀλλὰ καὶ ἀλκῇ λωίτερος κεῖν’ ἦμαρ ὁμῶς κάρτει τε πέλοιτο. πρωτοφυὲς τόγ’ ἀνέσχε καταστάξαντος ἔραζε αἰετοῦ ὠμηστέω κνημοῖς ἔνι Καυκασίοισιν αἱματόεντ’ ἰχῶρα Προμηθῆος μογεροῖο. τοῦ δ’ ἤτοι ἄνθος μὲν ὅσον πήχυιον ὕπερθεν χροιῇ Κωρυκίῳ ἴκελον κρόκῳ ἐξεφαάνθη, καυλοῖσιν διδύμοισιν ἐπήορον· ἡ δ’ ἐνὶ γαίῃ σαρκὶ νεοτμήτῳ ἐναλιγκίη ἔπλετο ῥίζα. τῆς οἵην τ’ ἐν ὄρεσσι κελαινὴν ἰκμάδα φηγοῦ Κασπίῃ ἐν κόχλῳ ἀμήσατο φαρμάσσεσθαι, ἑπτὰ μὲν ἀενάοισι λοεσσαμένη ὑδάτεσσιν, ἑπτάκι δὲ Βριμὼ κουροτρόφον ἀγκαλέσασα, Βριμὼ νυκτιπόλον, χθονίην, ἐνέροισιν ἄνασσαν, λυγαίῃ ἐνὶ νυκτὶ σὺν ὀρφναίοις φαρέεσσιν· μυκηθμῷ δ’ ὑπένερθεν ἐρεμνὴ σείετο γαῖα ῥίζης τεμνομένης Τιτηνίδος, ἔστενε δ’ αὐτός ᾿Ιαπετοῖο πάις ὀδύνῃ πέρι θυμὸν ἀλύων.

 

medea

 

Ella entre tanto sacó de la cóncava caja un filtro que se llama, dicen, “prometeico”. Si uno, después de propiciar a Hécate Daíra, la unigénita, se unge con él su cuerpo, ya no es ni frágil a los golpes del bronce ni ante el fuego en llamas tiene que retroceder. Y además resulta invencible en ese día a la vez en valor y vigor. Por primera vez surgió en las cumbres del Cáucaso cuando el águila sanguinaria hizo gotear sobre la tierra el ícor sangriento del desdichado Prometeo. De esa sangre brotó una flor, de la altura de un codo, semejante en color al azafrán de Córico, elevada sobre un doble tallo. La raíz en tierra se desarrolló parecida a la carne recién cortada. Su zumo, cual el oscuro zumo del roble de las montañas, lo exprimió Medea para convertirlo en fármaco, en una concha del mar Caspio, después de haberse lavado siete veces en aguas perennes, de haber invocado siete veces a Brimo criadora de jóvenes, a Brimo la noctámbula, la subterránea señora de los infiernos, en la noche tenebrosa con sus mantos negros. Con un mugido, por debajo, se agitó la sombría tierra, al cortarse la raíz titánica. Y gimió él, el hijo de Jápeto a la vez que enloquecía de dolor en su corazón.

 La traducción es de Carlos García Gual, en Alianza Editorial (número 1265).

 El mitógrafo latino Higino en su fábula 142 escribe brevemente acerca de Prometeo:

Homines antea ab immortalibus ignem petebant, neque in perpetuum seruare sciebant; quod postea Prometheus in ferula detulit in terras, hominibusque monstrauit quomodo cinere obrutum seruarent.  ob hanc rem Mercurius Iouis iussu deligauit eum in monte Caucaso ad saxum clauis ferreis, et aquilam apposuit quae cor eius exesset; quantum die ederat, tantum nocte crescebat. hanc aquilam post xxx annos Hercules interfecit, eumque liberauit.

 

Los hombres antes pedían el fuego a los inmortales y no sabían conservarlo de forma permanente; después Prometeo lo llevó a la tierra en una férula y mostró a los hombres de qué modo podían conservar cubierto por la ceniza. Por esta razón Mercurio, por orden de Júpiter, lo ató con clavos de hierro a una roca en el monte Cáucaso y colocó junto a él un águila que le devoraba su corazón; cuanto de día era comido, de noche crecía. Después de treinta años Hércules mató este águila y lo liberó.

 

Finalmente, tenemos en Luciano de Samosata en sus Diálogos de los dioses, el que mantienen Prometeo y Zeus.

 

ΠΡΟΜΗΘΕΩΣ ΚΑΙ ΔΙΟΣ

ΠΡΟΜΗΘΕΥΣ Λσν με,  Ζε δειν γρ δη ππονθα.

ΖΕΥΣ Λσω σεφςν χρν βαρυτρας πδας χοντα κα τν Κακασον λον πρ κεφαλς πικεμενον π κκαδεκα γυπν μ μνον κερεσθαι τ ἧπαρλλὰ κα τος φθαλμος ξορττεσθαινθ‘ ν τοιαθ‘ μν ζα τος νθρπους πλασας κα τ πρ κλεψας κα γυνακας δημιοργησας;  μν γὰρ μ ξηπτησας ν τ νομ τν κρεν στ πιμελ κεκαλυμμνα παραθες κα τν μενω τν μοιρν σεαυτ φυλττωντ χρ λγειν;

ΠΡΟΜΗΘΕΥΣ Οκουν κανν δη τν δκην κττικα τοσοτον χρνον τ Καυκσ προσηλωμνος τν κκιστα ρνων πολομενον ετν τρφων τ πατι;

ΖΕΥΣ Οδ πολλοστημριον τοτο ν σε δε παθεν.

ΠΡΟΜΗΘΕΥΣ Κα μν οκ μισθ με λσεις, λλὰ σοι μηνσω τι,  Ζε, πάνυ ναγκαον.

ΖΕΥΣ Κατασοφζ με,  Προμηθε.

ΠΡΟΜΗΘΕΥΣ Κα τ πλον ξω; ο γρ γνοσεις αθις νθα  Κακασς στιν, οδ πορσεις δεσμν, ν τι τεχνάζων λσκωμαι. 

ΖΕΥΣ Επ πρτερον ντινα μισθν ποτσεις ναγκαον μν ντα.

ΠΡΟΜΗΘΕΥΣ Ἢν εἴπω φ’  τι βαδζεις νν, ξιπιστος σομα σοι κα περ τν πολοπων μαντευμενος;

ΖΕΥΣ Πς γρ ο;

ΠΡΟΜΗΘΕΥΣ Παρ τν Θτιν, συνεσμενος ατ.

ΖΕΥΣ Τουτ μν γνως· τ δ’ ον τ π τοτ; δοκες γὰρ ληθς τι ρεν.

ΠΡΟΜΗΘΕΥΣ Μηδν,  Ζε, κοινωνσς τ Νηρεδι· ἢν γὰρ ατη κυοφορσ κ σο, τ τεχθν ἴσα ργάσετα σε οα κα σ δρασας

ΖΕΥΣ Τοτο φς, κπεσεσθα με τς ρχς;

ΠΡΟΜΗΘΕΥΣ Μ γνοιτο,  Ζε. πλν τοιοτ γε  μξις ατς πειλε.

ΖΕΥΣ Xαιρτω τοιγαρον  Θτις· σ δ  ῾Ηφαιστος π τοτοις λυσάτω. 

 

–  Suéltame, Zeus, que ya he sufrido males terribles.

 ¿Qué te suelte, dices, tú que merecerías tener cadenas todavía más pesadas y el Cáucaso entero sobre tu cabeza, con dieciséis buitres que no sólo te royeran el hígado, sino que además te vaciaran los ojos, como compensación por habernos modelado semejantes seres vivos como son los hombres, habernos robado el fuego y haber fabricado a las mujeres? ¿Y el engaño que me hiciste en el reparto de las carnes, ofreciéndome huesos cubiertos con grasa, mientras te guardabas para ti la mejor parte, qué se puede decir de esto?

 ¿Y no es suficiente el castigo que he pagado, estando tanto tiempo encadenado al Cáucaso y alimentando con mi hígado al águila, que así sea maldita entre todas las aves?

  Pues eso no es ni una pequeñísima parte de lo que tendrías que sufrir.

  Aparte de que no me soltarás gratis, Zeus, sino que te revelaré una cosa muy importante.

  ¿Tratas de engañarme, Prometeo?

 ¿Y qué ganaría yo con ello? Porque a ti no se te volverá a olvidar dónde está el Cáucaso, ni te faltarán ataduras si resulta que me coges ideando alguna treta.

  Dime primero qué recompensa me vas a ofrecer que sea importante para mí.

  Y si te digo adónde te diriges ahora, ¿mereceré tu credulidad en mis posteriores profecías?

   Desde luego.

  Vas a casa de Tetis, para estar con ella.

  Esto lo acertaste. Pero ¿qué pasará luego? Porque parece que vas a decir la verdad.

  No hagas el amor con ella, Zeus; porque si llega a quedarse embarazada de ti, el hijo que nazca te hará a ti lo mismo que tú hiciste a…

  ¿Quieres decir que seré derribado del poder?

  ¡Que no te ocurra tal cosa, Zeus! Pero tu unión con ella crea esta amenaza.

  Entonces que Tetis se vaya a la porra, y en cuanto a ti, que Hefesto te suelte a cambio de este consejo.

 

Traducción de Juan Zaragoza Botella en Alianza Editorial (número 1269).

 

Hay también otra obra de Luciano, Prometeo o el Cáucaso, en la que el titán se defiende de las acusaciones que le han llevado a su suplicio en la citada montaña. En esta página se puede encontrar una traducción del texto.

Pagina sacada de : El fuego de Prometeo da mucho juego (V) | Nihil sub sole novum (wordpress.com)

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